La Alcaldía avanza en obras para canalizar dos de los más peligrosos de la ciudad.

El verano que sofoca a los barranquilleros por estos días es el principal aliado para el desarrollo de una serie de obras de infraestructura contra los arroyos, que la ciudad lleva esperando durante décadas.

Son obras que avanzan en silencio en medio del abrasador calor, y que están proyectadas para mejorar la movilidad y controlar las inundaciones que azotan a la ciudad cada vez que llueve con fuerza, además de evitar accidentes de más personas que en su intento por desafiar las furiosas aguas que corren por las arterias de Barranquilla han encontrado la muerte. Unos 100 mil millones de pesos invierte la ciudad en la construcción de vías internas, la recuperación de canales pluviales y la canalización de los más peligrosos arroyos de La Arenosa.

La pelea de los barranquilleros con los arroyos es tan vieja como la misma ciudad. Cuando se escuchan los primeros relámpagos en temporada invernal ya todo el mundo sabe que hay que quedarse quieto donde lo coja el agua.

"Aquí no hay que inventar, cuando comienza a tronar hay que recoger todo, porque cuando San Pedro abre el chorro parece que quisiera desbaratar esta ciudad. Aquí lo que caen son diluvios", sostiene Gabriel Mendoza, trabajador de una pequeña frutera de la Calle 79, quien asegura que ha visto a más de un carro ser arrastrado.

Pamela Flóres, investigadora de la facultad de Comunicación Social de la Universidad del Norte, señala que en Barranquilla se desarrolló un imaginario de imposibilidad alrededor de los arroyos. "Todo el mundo creció pensando y diciendo que no se podían arreglar, por lo que aprendieron a vivir con ellos, como si fueran parte de la ciudad. Esto ha conllevado a que la problemática se haya vuelto cada vez peor".

Según las estadísticas que lleva el observatorio Arroyos de Barranquilla del colegio Distrital Marco Fidel Suárez, que durante más de una década profesores y estudiantes le han hecho seguimiento al tema, los arroyos han cobrado en los últimos 20 años la vida de 40 personas.

Un problema de vieja data

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Desde principios del siglo XX el problema ya trasnochaba a la floreciente Puerta de Oro de Colombia, pero la falta de recursos económicos y voluntad política fue aplazando la solución, aunque a lo largo de la historia de la ciudad son muchos los planes que han sido presentados para manejar la situación.

A

lgunos estudios son muy completos, como el entregado en 1987 por la Misión Japonesa, que estableció que Barranquilla necesitaba un alcantarillado pluvial, conclusión que no fue novedosa. Los expertos japoneses hicieron una serie de recomendaciones para la proyección urbanística y el control de los arroyos en el futuro, que hasta ahora se están aplicando.

En 1994, el exalcalde Bernardo Hoyos también le solicitó al gobierno canadiense recursos para financiar la construcción del alcantarillado pluvial que se necesitaba, pero la propuesta fue rechazada.

En Barranquilla se estima que hay unos 120 kilómetros lineales por donde drenan las aguas lluvias. Unos 50 arroyos corren por sus cauces naturales, vías, canales y canales pluviales. De estos, 15 son peligrosos ríos que paralizan algunos sectores de la ciudad cada vez que llueve.

Hace seis años el Distrito comenzó a intervenir millonarios recursos en el problema. El exalcalde Alejandro Char inició el plan de recuperación de 20 kilómetros de canales con una inversión de 100 mil millones de pesos.

Según el gerente encargado de la oficina del Foro Hídrico, Alberto Salath, el Distrito se gasta al año 1.500 millones de pesos limpiando canales debido al mal comportamiento de algunos ciudadanos que tiran desde neveras, llantas, partes de carros, televisores, computadores. Se estima que de estos lugares se extraen más de 30 mil toneladas de desechos sólidos. "Cuando llega el invierno esto es lo que produce los taponamientos y luego desbordamiento de las aguas", subraya el funcionario.

"Sí es posible vivir en una ciudad sin arroyos", aseguró la alcaldesa de Barranquilla, Elsa Noguera, al presentar otro plan de inversiones que por 90 mil millones de pesos ejecuta su administración en la canalización de dos de los arroyos más caudalosos del norte de la capital del Atlántico.

Las obras en los arroyos de la calle 79 y 84 tienen como fin mejorar la conectividad en la ciudad y solucionar la problemática de estos caudales mediante la conducción de las aguas de manera subterránea.

En el arroyo de la calle 84, en donde se invierten 66 mil millones de pesos para intervenir 1.895 metros lineales de vía, entre las carreras 51B y 70, las aguas se canalizaran por debajo de la vía.

Según los estudios del observatorio Arroyos de Barranquilla la mayoría de las muertes ocasionadas por este arroyo se producen por imprudencia o por corrientes repentinas que sorprenden a los conductores de buses y vehículos particulares.

Uno de los eventos más recordados, destaca el observatorio, se presentó el 3 de Septiembre de 1987. "Un bus que hacia su recorrido habitual fue sorprendido por un torrencial aguacero, a la altura de la calle 84 entre carreras 64B y 65. Algunos pasajeros le gritaban al chofer que se desviara por una de las calles, otros le sugerían que se quedara estacionado, pero el chofer no pudo hacer ninguna de las dos cosas, puesto que repentinamente la puerta trasera se desprendió y el agua entró al vehículo. En la carrera 65B el bus se estrelló contra uno de los andenes, ocasión que fue aprovechada por algunos pasajeros para abandonarlo. En este trágico accidente murieron cuatro personas, y otras cuatro se reportaron como desaparecidas, pero nunca aparecieron".

El otro arroyo que interviene la Alcaldía es el que corre por la calle 79. Aquí se invierten 23 mil millones de pesos, entre la carrera 52 y la carrera 60, donde las aguas también serán conducidas por debajo de la vía.

Sí hay solución

Aunque no se ha encontrado la fórmula efectiva para evitar las emergencias que año tras año se repiten con los arroyos en muchos sectores de Barranquilla, investigadores de la Universidad del Norte buscan soluciones oportunas que contribuyan a evitar tragedias y la paralización de la ciudad en las épocas de lluvia.

Una de las soluciones propuestas es la adopción de un sistema urbano de drenaje sostenible para reducir el caudal de los afluentes

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Para Humberto Ávila, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental y quien más ha investigado la problemática, la ciudad podría aprovechar y almacenar el agua que cae durante los aguaceros en los pozos que en otra época le servían a la gente para retenerla.

"Hace algunas décadas, cuando el servicio de agua era intermitente, se construyeron debajo de las casas de muchos barrios en Barranquilla pozos donde la gente almacenaba aguas lluvia para abastecerse. Ahora no se utilizan, pero de habilitarse reducirían entre un 10 y un 25% el caudal de los arroyos y su peligrosidad", dijo.

Ávila considera que en Barranquilla se viene avanzando en todo lo relacionado con el tratamiento de los arroyos. En este momento existe una dinámica muy importante, debido a que ya no se ve como algo sin solución. Ahora se buscan formas de mejorar la problemática.

Actualmente están ubicados nueve pluviómetros en diferentes partes de la ciudad, que permitirán saber en qué parte está lloviendo y con qué intensidad. Esto hace parte de un proyecto de la Universidad del Norte, que lidera el profesor Ávila.

"Prácticamente toda la ciudad ya está cubierta. Se podrán monitorear también los caudales, de tal forma que podamos obtener información real de lo que está sucediendo y tener los modelos adecuados para sustentar los diseños y el sistema de alarma que se requiera implementar, tener la información medida real y no basarse solamente en datos teóricos. Esa información estará disponible en unos meses: a través de celulares o computadores las personas podrán ver dónde está lloviendo, y qué cantidad de agua está cayendo", explicó Ávila, quien confía que con estas herramientas se comiencen a controlar a un problema que nació con la ciudad y que hoy 200 años más tarde no se ha podido derrotar.

LEONARDO HERRERA DELGHAMS

Barranquilla