Por: Diego Feria Gómez

El suceso del pasado viernes 31 de agosto del 2007, en el que varios peatones, conductores y pasajeros se vieron atrapados por corrientes rápidas que bajaban por las carreras 43, 44, 45 y 46, pone de manifiesto la necesidad de crear un sistema de alerta temprana que informe a la población con suficiente anticipación la presencia de una inundación súbita. De acuerdo con el relato de varios testigos, las personas quedaron atrapadas por los arroyos de manera repentina, no por actos de imprudencia.

Este fenómeno es típico de las inundaciones súbitas, causadas por tormentas que se desplazan muy lentamente, por fuertes lluvias de huracanes y tormentas tropicales que caen en cuencas hidrográficas de fuerte pendiente, y que se desarrollan en pocos minutos, según la intensidad y duración de las lluvias, las condiciones del suelo, el uso urbano y un sistema de drenaje incapaz de controlar la cantidad de agua.

Las inundaciones súbitas ocurren con poca o ninguna señal de advertencia, por lo que se hace necesario mejorar la predicción de estos eventos a muy corto plazo. Según Humberto Ávila Rangel, Ingeniero Civil, Magíster en Recursos Hidráulicos y Candidato a PhD en Recursos Hidráulicos, Universidad de Alabama (USA), se debe tener en cuenta la calidad de la información hidrológica con que se cuenta actualmente y construir un sistema de alerta en la ciudad mientras se definen alternativas sólidas.

Típicamente, se consideran los datos de la estación IDEAM ubicada en el aeropuerto; sin embargo, esta información no refleja la totalidad del comportamiento de las lluvias en Barranquilla, pues los datos son diarios y el aeropuerto está ubicado lejos del centro urbano de la ciudad. Sería excelente si pudiéramos generar una red hidrológica con varias estaciones estratégicamente ubicadas en la ciudad con el fin de tener suficiente información temporal y espacial para conocer nuestra situación.

Una información temporal y espacial más detallada (datos cada 5 o 15 min) permitiría conocer el comportamiento temporal de las lluvias y caudales de los arroyos para así plantear alternativas más dinámicas como jardines de infiltración o tanques de almacenamiento temporal, adicionalmente a una factible red de tuberías y/o canales. Tengan en cuenta que un aguacero en Barranquilla puede durar típicamente 2 horas; por lo tanto, datos de lluvia diarios no son suficientes.

Sobre la creación de una red de alerta, Ávila sostuvo: "una vez, durante la Agenda por Barranquilla, haciendo parte del equipo de trabajo de la Universidad del Norte, propuse crear una red de alerta con sirenas o luces para que se activara cuando el arroyo viniera bajando sobre áreas donde no esté lloviendo. No sé en que ha quedado eso. El sistema podría ser activado automáticamente con sensores de nivel o manualmente".

Por otra parte, Mauricio Herrera Piñeres, (candidato a Ph.D. en Manejo de Aguas Lluvias Urbanas, y Consultor en Canadá), considera que una red de alerta es una buena idea, pero este problema hay que atacarlo de raíz. "La alta peligrosidad de los arroyos hace que un sistema de prevención temprana sea altamente deseable. Sin embargo, la adquisición de información hidrológica valiosa debe servir para lograr el propósito más grande: reducir o eliminar el caudal de la escorrentía pluvial en las calles.

Así como de centavos se hacen millones, de gotas se hacen arroyos. Con solo poner alguna forma de almacenamiento (como tanques) en zonas estratégicas de la ciudad se podría bajar la energía con la que vienen los arroyos. Eventualmente, los representantes de los intereses de la ciudad (léase ciudadanía en general) deben impulsar un Plan Integrado de Manejo de las Aguas Lluvias para Barranquilla. Un plan bien organizado, por etapas, con un esquema técnico y financiero bien definido.

Las inundaciones súbitas no son un fenómeno nuevo en esta ciudad. El 3 de septiembre de 1987, un bus con 20 pasajeros hacía su recorrido habitual y fue sorprendido por un torrencial aguacero, a la altura de la calle 84 entre carreras 64B y 65. El arroyo arrastró el bus y varios metros adelante lo volteó con saldo de 5 muertos y varias personas desaparecidas. Según el relato de algunos testigos en la calle 84, no había arroyo.

Apenas comenzaban a caer algunas gotas. Todo ocurrió de repente. Cuando me di cuenta tenía la corriente encima y la gente del bus gritaba, y gritaba…

El arroyo que baja por la Carrera 43, por la antigua sede de la Universidad del Atlántico, protagonista principal del evento del pasado viernes, no es en realidad un arroyo muy caudaloso. Puesto que sus aguas son interceptadas por el arroyo Felicidad que atraviesa la calle 51. Sin embargo, existen registros históricos, de lluvias extraordinarias que han sorprendido a conductores y peatones de esta vía:

El 9 de agosto del año 1997, un agente del cuerpo Elite murió ahogado por la corriente cuando el camión en el que se encontraba (estacionado frente a la Sede Central de la Policía) fue arrastrado por el arroyo.

Más recientemente, el 17 de octubre del 2001 el arroyo bajó con tanta fuerza que amontonó a tres automóviles que estaban parqueados al frente de la Universidad del Atlántico.

La estimación de las lluvias en inundaciones pasadas y futuras permitirá alimentar los modelos hidrológicos e investigar las posibilidades de predecir las inundaciones. Mientras los administradores se ponen a tono con estas propuestas y se incrementa el número de pluviómetros de la ciudad, la mejor estrategia ante cualquier señal de tormenta rápida es salir corriendo velozmente hasta una zona alta. Recuerde, las inundaciones súbitas son peligrosas, sólo bastan 15 cm de agua para derribar a una persona y casi todos los autos pueden flotar en arroyos de 60 cm de profundidad.

Barranquiilla, Agosto del 2007