Por MOISÉS PINEDA SALAZAR
Propongo estas reflexiones a mis amigos lectores desde un ángulo distinto que permite una mirada alternativa sobre “Los Arroyos de Barranquilla”.
Por: Claudia Ayola El Heraldo
Cuando se comenzó a pavimentar Barranquilla no se tuvo en cuenta la construcción de un alcantarillado pluvial. Las condiciones topográficas de la ciudad, el rápido desarrollo urbano, el crecimiento no planificado, los hábitos, y la falta de inversión, han dejado sin margen a la magnitud de los frecuentes desastres por la fuerza de las aguas.
Por: Diego Marín Contreras
Estado del tiempo: lluvioso, evidentemente. Uno teme que, en cualquier momento, la ciudad salga flotando sobre las aguas del arroyo, como un arca de Noé con animales y todo. Pero, claro, sin Noé, que está ocupadísimo trabajando en El Todopoderoso 2, mientras Carrizal se desploma y el ama de casa se desloma. Cientos de viviendas, miles de personas afectadas, y el diluvio no cesa. Incesante dilema, para pensar visceralmente en él, como lo han pensado los estudiantes del Colegio Marco Fidel Suárez, quienes desde hace años vienen investigando los arroyos en Barranquilla, ¡qué ejemplo, qué lección de pensamiento urbano!
Tienen huevos (de codorniz, por supuesto) aquellos que con el ánimo de consolarse, distraer la atención o distorsionar la historia afirman que en Barranquilla no ha existido la planificación.